Conocimiento que no conocemos

Todo el hacer humano implica a la técnica. En cualquier pueblo. En cualquier cultura.

Este es un episodio especial, porque es más largo, pero también porque Agapito (además de amigo) pone un esfuerzo enorme en explicarnos (en el podcast y en el mundo académico) cómo su pueblo tiene conocimientos y técnicas efectivas en relación a dimensiones que recién ahora preocupan en Occidente, como la biodiversidad o el medio ambiente.

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El conocimiento científico es un modo de conocimiento privilegiado frente a otros modos que no contemplan dudas frente a sus propias afirmaciones.

Esto pone en tensión a la ciencia versus las pseudociencias desde las estructuras argumentales, y también desde la confirmación de los hechos.

Otros modos de conocimiento aportan buena parte de nuestra comprensión del mundo, como la intuición o la percepción particular que tienen los buenos artistas.

No hay muchas razones para contraponer a la ciencia con otras formas de acceso a las cosas, ¿no?

Pero para que no se confunda, digamos que mientras buscamos las verdades transitorias de la ciencia, también descartamos definitivamente lo que no puede ser verdad.

Astrología, terraplanismo, homeopatía, entran en la categoría de lo que no es cierto con toda seguridad.

El privilegio del conocimiento científico, que para algunos es ideología, radica en la capacidad de destrucción de sus propias verdades.

Esta destrucción tiene dos velocidades. Según Kuhn: cambios normales, y cambios revolucionarios.

Los normales es como jugar con bloques sobre una tabla. Podemos acomodarlos de algunas formas e ir construyendo un castillo. Esto es probar con una u otra hipótesis, confirmar o descartar, etc.

Los revolucionarios es sacar la tabla y romper todo lo que hicimos con los bloques. Cuando estamos frente a fenómenos que no se pueden explicar con los bloques que teníamos, se cae todo… según Kuhn: cambia el paradigma.

Occidente tuvo varios cambios de paradigma que obligaron a replantear muchos princpios que, mientras la tabla estaba firme, se daban por supuesto y no se cuestionaban. La física de los griegos, de los medievales, de los modernos o en el siglo XXI cambiaron de tabla. Cambiaron de paradigma.

Lo más interesante es que encontrarse dentro de un paradigma no puede sentenciar la invalidez de otro, porque mientras era estable ese era el modo de ver el mundo.

Resumiendo: sabemos qué cosas no son ciertas con cierta velocidad, y cambiamos nuestra mirada del mundo por épocas, a menor velocidad.

Pero ¿qué sucede si salimos de Occidente? Porque puede quitarse la tabla, pero también existe un piso.

Moverse de Occidente no es discutir sobre los bloques ni sobre la tabla, es cambiar el piso.

Así como existe, mirando tiempos largos, un corpus de conocimiento chino, también existe un corpus Azteca o Inca.

Desde ya que difícilmente encontremos el mismo tipo de metodologías para el acceso al conocimiento, que se produce en otros lenguajes, y con delimitaciones diferentes.

Feyerabend se animó a tomarlas en cuenta para incorporarlas y sacudir a la ciencia Occidental, restando importancia al método que estudiamos en la escuela, y se ganó muchos detractores, y la etiqueta de anarquista metodológico.

Como sea, las formas de desarrollo están atravesadas por estos paradigmas, y no hay uno solo.

Pues podemos tener una forma de desarrollo más responsable y respetuosa con su medio, que no se lo ha querido ver en Occidente, desde sus miradas únicas y eurocentristas.

Como si otras culturas no tuvieran nada que aportar al desarrollo humano. Como si los indígenas no tuvieran sus propias formas de desarrollo, pues se representan en su historia, personificados en relatos y en vestigios arqueológicos que no podrían ser elaborado con una incipiente técnica que presentaban sus ancestros frente al desarrollo tecnológico europeo.

Existe un esquema circular –de “eterno retorno” hacia historias madre, de origen o cosmogónicas– característico de pueblos cuya forma de transmisión de conocimientos se dio prioritariamente en forma oral y simbólica.

Hablé solo quechua (runasimi en quechua) hasta los 6 años, pero en la escuela aprendí español obligatoriamente, porque fue la única forma de interactuar con la “civilización” y los que nos gobiernan, al punto de que muchos grupos indígenas sólo con el español podemos hacer valer nuestros derechos los que nos debían corresponder como seres humanos ante las autoridades oficiales, este hecho aún más se extiende en relación a la sabiduría presentes en los pueblos indígenas, ya que no es reconocido por las propias autoridades e instituciones académicas oficiales.

En las ciencias occidentales como la biología, la química o la botánica, el saber de los pueblos indígenas no tiene lugar, al menos se aprecia que eso ocurre por parte de los intelectuales y académicos del sistema oficial, lo que se refleja en no reconocimiento de los poseedores de estos conocimientos y el no estudio de estas técnicas propias de poblaciones indígenas

Porque la interpretación del mundo depende de las cosmovisiones de cada comunidad. El conocimiento científico está privilegiado, pero está claro que no es el único acceso al conocimiento.

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